DATOS BIOGRÁFICOS DE LINO MORALES GÓMEZ

Lino Morales Gómez nació en Fuente el Fresno, provincia de Ciudad Real, el 23 de Setiembre de 1919 y está afincado en Barcelona desde 1964. Pensador nato, ha dedicado toda su vida a un trabajo intelectual de lectura y raciocinio constantes. Fruto de ello son estas reflexiones y otras muchas que encierran toda una filosofía de vida que quiere compartir con los lectores. Sus fuentes han sido los libros que ha leído de múltiples autores con ideologías diversas, así como las conclusiones que ha sacado él, particularmente, de su experiencia de vida.

martes, 2 de octubre de 2012

MANERAS DE IMPARTIR UNA SANA Y CABAL JUSTICIA NATURAL (III)

Autor: Lino Morales Gómez
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    Se dice que la justicia es el brazo ejecutor de las leyes naturales. También se dice que las leyes naturales hacen que “cada cual coseche el fruto de lo mismo que él haya sembrado”, que cada cual es hijo de sus obras. Pero si observamos detenidamente el obrar de la naturaleza, veremos que si ella es la culpable de alguna catástrofe producida por los elementos, luego ella misma procura regenerar y reparar lo estropeado. No es bueno que los poderes judiciales hagan las veces de la diosa “Némesis”. Según la mitología griega la diosa “Némesis” se encargaba de tomar o hacer venganza sobre los culpables de acciones injustas. Esa diosa era la vengadora de las transgresiones que se hiciesen contra la naturaleza de las cosas.
    Creo que es imprescindible, además de urgente, redactar un Código Penal que se asemeje al de la ley del “Talión”. O sea, que obligue a aquello del “ojo por ojo y diente por diente”.
Bien entendido, en ningún caso deberemos destruir, ni la vida de nadie, ni tan siquiera ninguna facultad u órgano concedido por nuestra madre naturaleza. Esto, ni aún en nombre de la justicia.  Esto sería venganza, en  ningún caso justicia. Un ejemplo práctico ilustrará lo que digo. Si un individuo le ha quitado la vida a otro, no se recluirá al que hizo el mal, sino que se le obligará a realizar, además de su trabajo, el que hubiese podido realizar el fallecido.
    Un código penal debe ser destinado a ser aplicado a una sociedad donde se viva un total individualismo. Donde, incluso económicamente, no dependa nadie de nadie, ni siquiera los hijos de los padres ni los padres de los hijos. Que cada cual cargue con sus gastos personales y con las responsabilidades y culpas de sus acciones. Que no haya privación de libertades, pues la libertad es un don natural que nadie tiene derecho a quitar a nadie ni siquiera con las cárceles.
    Pero sí se nos deberá obligar a devolver al damnificado la cosa sustraída o destruida, o en su caso, su valor. Que se devuelva tanto por tanto, desagravio por agravio. Aquí es donde cobra vigencia aquello de “devolver bien por mal”. Pero se entiende que el que debe devolver el bien es el que hizo antes el mal, no que haga bien quien recibió el mal. 
    Eso de que el que reciba el primer golpe, “ponga la otra mejilla”, repugna a todo el mundo, y a toda la sana justicia, pues no tiene sentido. Bien está que se le recomiende que permanezca pasivo, que no se tome la venganza con su mano, que no obre mal ni de manera inmediata ni a largo plazo, pues si obra mal se pone a la misma altura del malo. FIN

MANERAS DE IMPARTIR UNA SANA Y CABAL JUSTICIA NATURAL (II)


 Autor: Lino Morales Gómez
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Los magistrados encargados de hacer justicia deberán tener un conocimiento claro y cabal de las leyes naturales y de las leyes positivas contrastadas por los poderes judiciales, así como de los derechos naturales de las personas. Pues la sociedad pone en sus manos la aplicación de las leyes y espera de ellos que se pueda aplicar una sana y recta justicia. Las leyes naturales serán sus poderosos instrumentos para medir el alcance de las transgresiones y  para obligar a restablecer el bien que haya sido alterado o ultrajado.
    Generalmente todos esperamos de la justicia y de los poderes judiciales, reparaciones y restauraciones del bien que haya sido alterado, conculcado o ultrajado.
    Por eso, su principal misión será la de que los transgresores reparen o paguen el mal que hayan hecho. Esperamos que la justicia no sólo consista en castigar.
    A veces es preciso que se castigue a los impenitentes. Se debe procurar evitar el castigo, pero éste se aplicará hasta que los malhechores “devuelvan tanto bien como mal hubieren hecho”.
Así pues, la principal misión de la justicia debe ser la de obligar a reparar el mal que se haya podido inferir a cualquiera entidad, persona o naturaleza. Luego, una vez  reparado esto, y restaurada la normalidad, no será necesario ninguna represalia ni castigo.
    Es evidente que para poder obligar a los agresores o delincuentes a que “devuelvan a los agredidos tanto bien como mal les hayan causado”, será preciso que los poderes judiciales cuenten con ciertos medios de represión para presionar sobre los malhechores  hasta  que queden restablecidos los bienes y derechos naturales de ambas partes.
    La sana justicia y también la ética natural siempre exigen obrar de esta manera. Estos valores siempre recomiendan “devolver bien por mal”. Tomemos ejemplo de nuestra propia Madre naturaleza, pues ésta  siempre procura  reparar el mal, restañar las heridas. Con esto no quiero decir que haya que “poner la otra mejilla” sino, que quien tiene que “devolver el bien”, debe ser,  el mismo que hizo el mal, no el que lo recibió.
   “Todo el que no obra con justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano. Porque éste es el mensaje que ustedes han oído desde el principio, que debemos tener amor los unos para con los otros”. (Biblia. 1Juan  3: 10, 11) 
    Desgraciadamente, la justicia de nuestro tiempo no obra de esas maneras, pues sólo se dedica a castigar,  a condenar, a poner  penas. En resumen, a hacer más mal. Pues el mal es mal en sí mismo. Es mal si se le hace a un inocente y no deja de ser mal cuando se le aplique a un culpable después de que haya reparado el mal que hizo.               .../...

MANERAS DE IMPARTIR UNA CABAL Y SANA JUSTICIA NATURAL (I)

Autor: Lino Morales Gómez
     La principal misión del cuerpo judicial será la de restaurar, reparar, establecer los  daños causados por delincuentes, tanto si han sido a las personas directamente como a sus bienes personales o materiales, ya sean propiedades privadas o comunales, las que hayan sido lesionadas o deterioradas.
    La sana y verdadera justicia no se debe limitar a castigar, sino más bien a obligar a reparar. El hacer justicia consiste, más que en ninguna otra cosa, en obligar a los infractores a que devuelvan el valor de lo defraudado. O en su caso, reparar el honor mancillado. O sea que la justicia consista en normalizar reparar o reponer más que en causar o hacer daño castigando.
    Para ello, al cuerpo judicial se le deberá dotar de los poderes y de las fuerzas que le sean necesarias para que pueda aplicar y hacer cumplir efectivamente una verdadera y cabal reparación. Se le concederán unos poderes que tengan la suficiente fuerza para obligar a los infractores a que hagan las justas compensaciones y reparaciones del mal que hayan podido causar. Bien a la personas o a sus bienes materiales. Si la justicia sólo se limitase a castigar, a condenar o imponer penas, o sea, a hacerle al delincuente tanto, o si cabe, más mal que él hizo, entonces, es evidente, que se haría dos veces el mismo o mayor mal. Se haría dos veces el mismo daño. También es evidente que en esto de castigar sin reparar, nadie saldría beneficiado, sólo se crearían rencores y sed de venganzas y se haría daño por duplicado. Precisamente, esto es lo que deberá evitar la justicia. Deberá corregir toda clase de daños.
    El poder judicial nunca deberá ser un órgano represivo, sino un órgano reparador. Su principal misión no deberá consistir en maltratar. Ni siquiera se deberá maltratar a los malhechores. Porque con ese mal trato no sólo no se hace justicia, sino que lo que se hace es venganza.
    Así pues, lo justo es que se  obligue a delincuentes o malhechores a que reparen lo mancillado, defraudado o robado. Deberán hacerlo con obras reparadoras que compensen el daño o maltrato que hayan hecho o causado. Por lo demás, ya llevan suficiente castigo con el deshonor que les queda y con algunos  remordimientos de su propia conciencia.
    Antes que nada, la tarea principal de los poderes judiciales es la de esclarecer la culpabilidad o la inocencia de los presuntos transgresores o defraudadores.
    Es muy importante que antes de dictar sentencia o condena contra cualquier sospechoso o presunto culpable, se tenga la certeza de que todas las pruebas sean ciertas y comprobables. Pues no hay cosa más repugnante que culpar y sentenciar a un inocente.
    Luego, una vez comprobada la culpabilidad de los transgresores, los jueces valorarán el alcance o la cuantía de lo dañado. Una vez conocido el valor del daño, ya se deberá obligar al culpable a que efectúe la debida restitución, devolución o compensación que corresponda.    .../...

miércoles, 26 de septiembre de 2012

TRIBUNALES PARA CORREGIR LOS INCUMPLIMIENTOS DE LAS LEYES CIVILES (II)


 Autor: Lino Morales Gómez
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   Estos altos tribunales serán los purificadores y los vigilantes para que todo  hacer humano, todas nuestras relaciones sociales, todo reglamento, todos los usos y costumbres, todas las tradiciones, etc. sean fieles y conformes con las Leyes Naturales y con los derechos del hombre. Esos altos tribunales serán como los ángeles de la guarda de las leyes y de los derechos humanos y naturales del hombre.
   La justicia es para la sociedad como la salud para el cuerpo humano. La justicia es la medicina de las sociedades. La justicia es el medicamento que sana a nuestras relaciones sociales.
   Todas las normas o leyes que no tengan  afinidad con las leyes naturales, con las leyes que rigen en nuestra madre naturaleza, serán suprimidas y prohibidas. La justicia deberá suprimir y prohibirá todo lo que no sea conforme con los derechos y con los deberes naturales del hombre.
   Esos altos tribunales, únicos con poderes universales, no autorizarán, o mejor, desautorizarán la puesta en práctica de cualquier código, reglamento o reglas de juego, usos costumbres, tradiciones, etc. que tengan algún punto contrario a las leyes naturales,  o que de alguna manera lesionen o vulneren los valores de dignidad, libertad e igualdad en derechos y deberes naturales del hombre.
   Las leyes civiles ya depuradas darán protección a toda persona. Leyes que hayan sido  depuradas por esos altos Tribunales universales, aunque nos las demos nosotros, siempre que concuerden con las leyes que nos muestra nuestra Madre naturaleza.
   No se tolerarán los comportamientos que no se ajusten a las leyes naturales. Quedarán fuera de la ley los infractore que serán sancionados, perseguidos y castigados.
    Una de las principales preocupaciones de las autoridades judiciales será la de procurar que las personas no se estafen, ni esclavicen, ni se denigren las unas a las otras, que no se abuse de nadie, que nadie se apropie de lo que pertenezca a cada uno de los otros ni de lo que pertenezca a todos en común.  Me refiero a todos los elementos naturales.

TRIBUNALES PARA CORREGIR LOS INCUMPLIMIENTOS DE LAS LEYES CIVILES (I)


 Autor: Lino Morales Gómez
 Se constituirá un alto tribunal internacional formado por jueces que sean expertos en derechos y en leyes naturales. Estos jueces deberán demostrar ser incorruptibles a las pasiones, a los egoísmos, a las ansias de poder,  de dominar,  etc.
Estos serán los que corrijan las leyes positivas que se redacten en cualquiera de los parlamentos nacionales de todo el mundo, pues las leyes y los derechos naturales son universales, como lo deberán ser todas las normas, las reglas, los códigos, los reglamentos, las leyes sociales que nos demos todos los humanos. Una vez corregidas las leyes humanas, estas deberán ser las que rijan en todas nuestras relaciones y comportamientos sociales, que siempre deberán ser universales.
Todas las propuestas de normas y de reglamentos de leyes positivas, las podremos redactar o hacer cada pueblo, cada nación, podremos redactarlas por escrito. Pero para darles poderes judiciales y universales se deberán presentar a la inspección de estos altos y competentes tribunales que deberán tener poderes universales.
En todos los casos y siempre deberemos tener presente que las leyes naturales son Soberanas, que son a la vez creadoras y legisladoras. Crean y gobiernan lo que han creado. Son creadoras y tienen poderes punitivos.
La grandeza moral de los seres humanos se mide precisamente por el grado del conocimiento, de la aceptación y del cumplimiento de esas leyes naturales de nuestra Madre Naturaleza que nos crearon y que nos siguen sosteniendo y gobernando.
Por eso, por nuestra racionalidad, podemos ser conocedores de la magnitud y de la magnanimidad de éstas leyes naturales, que pueden servirnos de referente para formular propuestas para crear leyes civiles. Que no solo serán los parlamentos de diputados, o representantes políticos los que las hagan. Precisamente en el ejercicio de esta facultad es donde reside la raíz, la base, el fundamento de la verdadera  y natural libertad democrática de los pueblos.
Luego, esos altos tribunales revisarán toda propuesta de ley, las corregirán y si son conformes a las leyes naturales y a los derechos humanos las aprobarán y les darán fuerza y legalidad jurídica universal.
Estos poderes judiciales procurarán que ninguna norma o ley humana quebrante ni altere los derechos naturales de todos y cada uno de nosotros. Por eso, sólo darán su aprobación a las normas o leyes que concuerden con las leyes y los derechos naturales. Con esas aprobaciones tomarán fuerza y rango de leyes universales, aunque sean leyes positivas hechas por parlamentos civiles. 
Las propuestas de normas que no concuerden plenamente con las leyes naturales, las devolverán para que los tribunales las corrijan y las reajusten al derecho natural. Pues, sin aquella aprobación y autorización judicial del alto tribunal universal, ninguna ley o norma humana tendrá validez y fuerza jurídica.
En ese caso, los que hagan leyes al margen de estos tribunales y las practiquen o quieran imponerlas serán puestos fuera de la ley, y se les deberá sancionar.
Sólo esos altos tribunales universales serán rectores con facultad para dar las autorizaciones y las aprobaciones a toda clase de leyes humanas. Darán su aprobación a las leyes que se ajusten exactamente a las normas Naturales y al hacer de nuestra Madre naturaleza.

domingo, 9 de septiembre de 2012

LÍMITES DE LA LIBERTAD, DE LA IGUALDAD Y DE LA PROPIEDAD


 Autor: Lino Morales Gómez
 
      A estos tres imprescindibles y fundamentales pilares de los derechos humanos nunca les han faltado especuladores, ansiosos de poder y tener, farsantes ni bandoleros que se han extralimitado suscitando  agrias polémicas sobre la aceptación  de su natural alcance y validez.
    Por un lado, están los que han hecho un uso indebido de estas facultades humanas, desnaturalizando estos fundamentales valores y, por otro lado, también siempre ha habido ciertos “buitres” tratando de justificar los efectos del mal uso que han hecho y hacen de estos valores y pilares, deformándolos y echando sobre ellos injusticias, injurias y calumnias. Sólo los usan para justificar las prácticas viciosas y degradantes que ellos mismos hacen del mal uso de estos básicos y naturales fundamentos.
    La libertad y la independencia de la persona son valores clave y fundamentales. La libertad usada  en sus límites naturales enaltece a los seres humanos, hace que alcancen el rango de seres  racionales. Un hombre sin libertad para opinar y para tomar sus propias decisiones quedaría condicionado y reducido a un simple animal domesticado.
    Como alguien ha dicho, siempre deberemos tener presente que todos los derechos tienen un límite, pues la libertad de una persona sólo debe llegar hasta donde empieza la libertad de las otras personas, ya que  todos los seres racionales tenemos el mismo derecho a ser libres.
    La igualdad está en que todas las personas tengamos los mismos derechos y los mismos deberes de respetarnos mutuamente en nuestra dignidad. Todos tenemos la misma obligación de respetar y el mismo derecho a ser respetados. Su límite está en no menospreciar la dignidad y la libertad de los otros para que ellos puedan hacer como nosotros el debido uso de sus  facultades personales.
    Y el fundamento y el límite de la propiedad están en que todos tengamos derecho a ser dueños y señores de las facultades que nuestra madre naturaleza nos ha legado particular y privadamente a cada uno de nosotros. También del rendimiento de nuestras potencialidades personales, de nuestra fuerza de trabajo, de nuestro intelecto. Por ley natural, tenemos derecho a ser dueños y señores del fruto de nuestras facultades personales.
    Así mismo, todos tenemos igual derecho a participar en común de las riquezas de los elementos naturales. El justo límite está en reconocer a los otros, además de sus particulares facultades personales, el fruto de ellas, así como el que puedan participar también en un plano de igualdad de las riquezas y de  los bienes de los elementos naturales.    
    Los “fariseos” actuales siempre argumentan que no se nos pueden conceder a todos, en un plano de igualdad, esos derechos y esas libertades, porque no todos tenemos la misma potencialidad para  organizarnos, ni la misma capacidad intelectiva, ni la misma fuerza de voluntad para frenar nuestras pasiones. Ni, incluso,  para pararnos en los límites que nos marcan la racionalidad y el buen juicio en el uso de nuestras facultades y atributos personales naturales, no dándose cuenta que con estos enjuiciamientos transgreden el derecho a la libertad de los demás.
    Dicen que eso de la libertad, la igualdad y la propiedad de los bienes naturales en común, son una utopía. Dicen que lo mejor es tener a raya a las gentes y a los pueblos. Los que opinan así  no se consideran ni gente ni pueblo y se creen una raza superior, cuando en realidad caen en unos anti-valores, como son el egoísmo, la tiranía, el orgullo y la avaricia.
    Con todo y con eso, en cuanto que a nadie se le permitiese tener más ingresos que el valor  procedente de su único y exclusivo trabajo personal, pocas riquezas podrían derrochar, no más de lo  que valiese su personal trabajo, ni tampoco los ahorradores podrían ahorrar más de lo que valiese su también trabajo individual y personal de sus facultades particulares.            
    La libertad es un valor moral que bien usado puede contribuir a hacernos felices, iguales y racionales. Pero  mal usada puede hacernos mucho mal  y mucho daño. No es lo mismo el resultado de tener libertad para hacer el bien, que el resultado de tenerla para hacer el mal porque la entera libertad da poder para obrar de diferentes maneras. Si no fuese así, no sería tal libertad.
    Por eso, es conveniente ponerle ciertos razonamientos y límites. Tanto la libertad como la igualdad tienen unos límites que si se traspasan causan unos efectos totalmente contrarios a los valores que representan.
    Por esa causa, nuestra sabia madre naturaleza, que es infinitamente previsora, nos ha dotado de una esclarecedora racionalidad, para que podamos conocer y distinguir “lo que es el bien y lo que es el mal”. Nuestro deber es usar nuestras facultades racionales para lo que nos han sido dadas.    
   En el libro “La lucha por la dignidad”, de A. Marina y María V. se  mencionan unas frases de sumo interés sobre la libertad que me permito copiar:
  “La declaración de los derechos del hombre de 1789 lo declara en su artículo 10: “Nadie debe ser inquietado por sus opiniones, incluso religiosas, en tanto que su manifestación no altere el orden público establecido por la ley”. El artículo siguiente es más firme: “La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciados del hombre.” Luego la  Declaración de 1948 lo refrenda con el artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión[1].”"        


[1] MARINA, J.A, VÁLGOMA, M.: “La lucha por la dignidad de conciencia”. La lucha por la dignidad. Ed. Anagrama. Barcelona 2000, p. 127
  

jueves, 21 de junio de 2012

COMENTARIOS SOBRE AQUELLO DEL “CULTO A SATÁN”.

Autor: Lino Morales Gómez

Entonces le dijo el diablo: “Si eres el hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.” Mas Jesús le respondió: “Está escrito; No de pan solamente debe vivir el hombre”. De modo que lo subió y le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo; y el diablo le dijo: “Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y a quien yo quiera se la doy.  Por eso, si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo. ”Respondiendo Jesús le dijo: Está escrito; es a tu Dios que tienes que adorar y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado”. De modo que el diablo, habiendo concluido toda la tentación, se retiró de él hasta otro tiempo conveniente”. (Lucas. 4:3.4.5.7.8.13.).
Pues bien, al parecer ese “otro tiempo conveniente”, ya ha llegado. Estamos viendo que los hombres de este tiempo ya le estamos rindiendo culto, ya le adoramos y le rendimos tributo a los sistemas y a los poderes capitalistas.
Ciertamente, Satán ya ha vencido; ha llegado y ha triunfado; ya ha ganado todas las batallas; ya ha conseguido lo que ambicionaba desde la antigüedad, ya le rindamos pleitesía y tributo, ya le adoremos por haber conseguido las riquezas y el poder.  Es lo que Satán ofrecía, riquezas a cambio de esclavitudes y discordias, por un lado, y por otro vender sus almas al diablo. Ha establecido el infierno en la Tierra.
Lo que no fue capaz de conseguir antes a pecho descubierto lo está consiguiendo ahora a través de sus representantes, sus prosélitos de aquí en la Tierra. Sus adoradores (cuales son: los  financieros, los banqueros, los especuladores, los mercenarios, los traficantes, etc.) son sus encargados incondicionales que se ponen de rodillas ante él. Los pueblos son los que sufren las consecuencias de sus diabólicos amaños y propósitos. Ya no necesita prometer reinos a cambio de sumisión, ésta la consiguen sus representantes de aquí en la Tierra con sólo enredarnos con aduladoras y falsas  palabras y con palmaditas en la espalda. 
Ahora somos los pueblos los que tenemos que implorarles y pedirles a los ediles del diablo que nos protejan, tenemos que pedirles a sus prosélitos pan a cambio de trabajo, tenemos que pedirles un sitio donde poder servirles y entregarles nuestro rendimiento. Tenemos que pedirles que nos protejan contra el paro, que nos salven de la miseria.            
Hasta muchas de nuestras autoridades están a su servicio. Nuestros gobiernos de turno le piden ayuda humildemente, se inclinan y se arrodillan ante los altares que los endiosados le han erigido a Satanás, los poderes fácticos son sus representantes aquí en la Tierra. Seguro que Satán se estará riendo a carcajadas y disfrutando de su diabólico triunfo.
Está claro que los poderosos y engañosos medios que Satán ha empleado, los engañosos medios que le han dado y le siguen dando su triunfo, no han sido otros más que los poderes financieros, las bolsas de cambio de valores, las especulaciones comerciales, la privatización de los elementos naturales, el derecho de herencia, etc. etc.
Y para darles un buen ver y un buen tragar a todas estas diabólicas e inclementes tramoyas, sólo ha necesitado revestirlas con pieles de cordero y lubricarlas con un falso milagroso ungüento llamado “altruismo”. Con sólo dejar caer unas migajas han tenido bastante.
Con ello ha cegado a nuestros acomodaticios legisladores de turno, induciéndoles a declarar “legales” a esos engañosos medios. Y con esa “legalidad” ha obligado a los poderes judiciales a que cooperen a su favor, haciéndolos fieles cumplidores de sus satánicos designios. Satán ha conseguido que se sancione y se persiga a las personas que se atrevan a poner en tela de juicio a las “buenas aventuras” de esas instituciones inversoras y financieras tan “benefactoras”.
Por otra parte, Satán también ha conseguido que la generalidad de las opiniones públicas descalifiquen a las personas que se atrevan a cuestionar la “buena labor” de esos “alabados” medios financieros. No le interesa que se descubra la verdadera finalidad de esas enmascaradas chupadoras de sangre, a esas modernas sanguijuelas. Satán también ha conseguido desconcertar a muchas rectas conciencias, pues una inmensa mayoría de las personas ya no son capaces de discernir entre las verdaderas y las falsas éticas. La verdad es que todas esas entidades financieras, aunque no lo parezca, son más dañinas que beneficiosas, pues su razón de ser no es otra más que la usura.
“Sabemos que nos originamos de Dios, pero el mundo entero está yaciendo en el (poder del) inicuo”. (Biblia. 1 Juan. 5:19)
Pues la falta de una escala de sanos valores del sentido moral y de la fraternidad puede llevarnos a una tiranía inhumana. No siempre la inteligencia sin la virtud puede llevarnos por los sanos caminos.