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Se dice que la justicia es el brazo ejecutor de las
leyes naturales. También se dice que las leyes naturales hacen que “cada cual
coseche el fruto de lo mismo que él haya sembrado”, que cada cual es hijo de
sus obras. Pero si observamos detenidamente el obrar de la naturaleza, veremos
que si ella es la culpable de alguna catástrofe producida por los elementos,
luego ella misma procura regenerar y reparar lo estropeado. No es bueno que los
poderes judiciales hagan las veces de la diosa “Némesis”. Según la mitología
griega la diosa “Némesis” se encargaba de tomar o hacer venganza sobre los
culpables de acciones injustas. Esa diosa era la vengadora de las
transgresiones que se hiciesen contra la naturaleza de las cosas.
Creo que es imprescindible, además de urgente,
redactar un Código Penal que se asemeje al de la ley del “Talión”. O sea, que
obligue a aquello del “ojo por ojo y diente por diente”.
Bien entendido, en ningún caso deberemos destruir, ni
la vida de nadie, ni tan siquiera ninguna facultad u órgano concedido por
nuestra madre naturaleza. Esto, ni aún en nombre de la justicia. Esto sería venganza, en ningún caso justicia. Un ejemplo práctico
ilustrará lo que digo. Si un individuo le ha quitado la vida a otro, no se
recluirá al que hizo el mal, sino que se le obligará a realizar, además de su
trabajo, el que hubiese podido realizar el fallecido.
Un código penal debe ser destinado a ser aplicado a
una sociedad donde se viva un total individualismo. Donde, incluso
económicamente, no dependa nadie de nadie, ni siquiera los hijos de los padres
ni los padres de los hijos. Que cada cual cargue con sus gastos personales y
con las responsabilidades y culpas de sus acciones. Que no haya privación de
libertades, pues la libertad es un don natural que nadie tiene derecho a quitar
a nadie ni siquiera con las cárceles.
Pero sí se nos deberá obligar a devolver al
damnificado la cosa sustraída o destruida, o en su caso, su valor. Que se
devuelva tanto por tanto, desagravio por agravio. Aquí es donde cobra vigencia
aquello de “devolver bien por mal”. Pero se entiende que el que debe devolver
el bien es el que hizo antes el mal, no que haga bien quien recibió el
mal.
Eso de que el que reciba el primer golpe, “ponga la
otra mejilla”, repugna a todo el mundo, y a toda la sana justicia, pues no
tiene sentido. Bien está que se le recomiende que permanezca pasivo, que no se
tome la venganza con su mano, que no obre mal ni de manera inmediata ni a largo
plazo, pues si obra mal se pone a la misma altura del malo. FIN
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