DATOS BIOGRÁFICOS DE LINO MORALES GÓMEZ

Lino Morales Gómez nació en Fuente el Fresno, provincia de Ciudad Real, el 23 de Setiembre de 1919 y está afincado en Barcelona desde 1964. Pensador nato, ha dedicado toda su vida a un trabajo intelectual de lectura y raciocinio constantes. Fruto de ello son estas reflexiones y otras muchas que encierran toda una filosofía de vida que quiere compartir con los lectores. Sus fuentes han sido los libros que ha leído de múltiples autores con ideologías diversas, así como las conclusiones que ha sacado él, particularmente, de su experiencia de vida.

viernes, 4 de diciembre de 2020

LIBERTAD PARA PROPONER NUEVOS SISTEMAS SOCIALES Y ECONÓMICOS

 Autor: Lino Morales Gómez

Por naturaleza, todos tenemos ideas, opiniones, criterios, en fin, pensamientos. Por lo tanto, también es natural que todos tengamos derecho a tener libertad para poder manifestar nuestras ideas. Es instructivo poder hacer llegar a los demás nuestros pensamientos, a opinar sobre todo, a hacernos oír, a poder hacer públicas nuestras opiniones. Aún a riesgo de equivocarnos en nuestras apreciaciones, es instructivo tener ideas propias y manifestarlas con entera libertad, aunque no por eso, nadie debe tener derecho a imponer sus ideas o criterios a los demás, por la fuerza.

Adela Cortina también argumenta:

“De la autonomía procede la dignidad humana, todos los hombres son igualmente dignos, tienen igual derecho a decidir y discutir las leyes por las que han de regirse”.

Precisamente apoyándome en ese derecho a la libre expresión, estoy manifestando aquí lo que pienso acerca de los órdenes sociales y los sistemas políticos que tenemos vigentes en la actualidad. También diré lo que pienso sobre las mejoras y las soluciones que algunos de nuestros actuales dirigentes están intentando dar a estos licenciosos y defectuosos sistemas económicos de nuestro tiempo.

Nos dicen que estas modificaciones que preconizan son buenas para hacer más ágiles y funcionales, además de más justas y humanitarias, nuestras relaciones económicas.

 De entrada, diré que no creo que con remiendos viejos, ni con obsoletas reparaciones se vayan a racionalizar estos viejos y caducos sistemas económicos que actualmente estamos soportando.

Estoy convencido de que lo que necesitamos es un sistema económico enteramente nuevo. Un sistema social que de verdad esté basado en los derechos naturales del hombre. Advierto que el sistema social que yo concibo como realmente justo, honrado, solidario y fraternal no es paralelo ni equiparable a ninguno de los actuales, ni a los distintos sistemas registrados en nuestra reciente historia.

Veamos cómo calificaba el humanista Guillaume Budé a los sistemas sociales de su tiempo, o sea, los del siglo XVI. Lo hace en una carta que dirige a su amigo, también humanista, Lupset. Una carta que aprueba la oportuna y cabal denuncia que Tomás Moro hace en su “Utopía” de los corruptos sistemas sociales establecidos por aquellos tiempos. Dice así:

“Todos parecen estar en connivencia -parte con las leyes, parte con los juristas- para apropiarse de lo ajeno, para arrebatar, sonsacar, roer, usurpar, estrujar, esquilmar, chupar, chantajear, raptar y ocultar. Estos procedimientos han venido a ser tanto más comunes cuanto más se ha invocado la autoridad de eso que se llama derecho, tanto civil como pontificio”.

Cierto, pero yo, además, denuncio que lo que eran o fueron de farsantes aquellos sistemas de aquellos tiempos lo siguen siendo los de ahora. Fueron y son tan podridos y apestosos, tan retorcidos y tan hipócritas, que no ha sido ni es posible sanarlos ni enderezarlos.

F. Alberoni dice también:

“Toda sociedad se hace rígida, se esclerotiza, exactamente como todo individuo”.

Este proyecto de ordenamiento social que aquí proponemos, además de no ser equiparable a ninguno de los ya históricos, tampoco se le podrá dar ninguno de los siguientes calificativos. No será capitalista, ni comunista, ni socialista, ni anarquista, ni colectivista, ni de estado, ni separatista, ni oligárquico, ni teocrático, ni religioso ni ateo.

Puede que tenga algo de ellos, pues no descartaremos nada de lo que puedan haber tenido o tengan de positivo para contribuir al buen hacer de este ordenamiento que estoy estructurando o que intento estructurar.

Siempre estaremos a tiempo de incorporar o de rectificar, si contribuye a poder vivir conforme a justicia con libertad, con seguridad, con dignidad, con moralidad, con fraternidad.

En esto soy de la opinión de Aristóteles, en lo que dice en su libro La Política:

“Intentaremos formar una combinación política diferente a todas ellas. Nos ha movido a ello, no un vano deseo de lucir nuestro ingenio, sino la necesidad de poner en claro los defectos mismos de todas las constituciones existentes”.

Lo básico es corregir las causas, extirpar las génesis que engendran los malos efectos y las injusticias que, por causa de las malas administraciones públicas, estamos padeciendo.

Creo que estos superficiales y enquistados parches que se le están aplicando a los sistemas sociales de nuestro tiempo son como heridas cerradas en falso, son remedios ineficaces. Algunos de estos remedios propician o son inductores a la farsa y al engaño, son corruptores más que correctores.

No es que yo pretenda sentar cátedra con mis propuestas, pero sí creo que doy unas ideas básicas para que algunas personas despierten de su letargo, para hacerles recapacitar y despertar sus capacitadas inteligencias; para que se decidan a confeccionar normativas sociales que con ellas se haga viable una justa, solidaria y sana convivencia.

Platón nos aconseja que:

“Vale la pena ser moral porque sólo los individuos que obran de acuerdo con la justicia son plenamente dichosos... Vale la pena ascender hacia el conocimiento y la luz con la que la idea del Bien ilumine el universo de nuestras restantes ideas”.

Es esencial que defendamos los valores que dan dignidad a la persona. Considero que es bueno para todos disponer de unas normas básicas que sin ninguna imposición dictatorial nos permitan convivir de manera tal que nos reporten paz y justicia, libertad y seguridad, así como igualdad en derechos; unas normas con las que todos podamos disfrutar de los derechos naturales del hombre.

Creo que entre nosotros no deben existir ni derechas ni izquierdas, ni “rojos ni azules”. Sólo debe haber comportamientos justos y solidarios, respeto de los derechos humanos y libertad e igualdad en la participación de estos derechos. Creo que, si se destruye el libre arbitrio del hombre, se suprime el principio natural del derecho y del deber.

 Aristóteles asegura que:

“Procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo o una ciudad”.

Yo diría que lo ideal sería hacer llegar esa bonanza a todas y cada una de las personas de todo el mundo.

San Agustín también dijo algo al respecto:

“Si bien no han de ser culpadas las cosas sino los hombres que usan mal de ellas, ha de admitirse que una cosa es vivir y otra vivir sabiamente... Siendo la paz obra de la justicia, no hay paz verdadera donde no es verdadera la justicia”.

Y Mill dice:

“Para que la naturaleza humana pueda manifestarse con fecundidad, es necesario que los diversos individuos estén en condiciones de desarrollar sus diferentes modos de vida”.

Es naturalmente bueno que los individuos tengan libertad para desarrollar todas y cada una de sus facultades, pero siempre deberán tener presente que la libertad de los unos tiene el límite donde empieza la libertad de los otros, pues la libertad de los otros es tan natural y valiosa como la de los unos, o sea, como la nuestra.


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