DATOS BIOGRÁFICOS DE LINO MORALES GÓMEZ

Lino Morales Gómez nació en Fuente el Fresno, provincia de Ciudad Real, el 23 de Setiembre de 1919 y está afincado en Barcelona desde 1964. Pensador nato, ha dedicado toda su vida a un trabajo intelectual de lectura y raciocinio constantes. Fruto de ello son estas reflexiones y otras muchas que encierran toda una filosofía de vida que quiere compartir con los lectores. Sus fuentes han sido los libros que ha leído de múltiples autores con ideologías diversas, así como las conclusiones que ha sacado él, particularmente, de su experiencia de vida.

jueves, 27 de junio de 2013

PRECISAMOS CAMBIOS JUSTOS EN LO ECONÓMICO

Autor: Lino Morales Gómez

    Es cierto que necesitamos reglas y leyes civiles para que nos guíen en nuestros comportamientos y nos faciliten nuestras relaciones sociales. Reglas que sin dejar de ser  democráticas sean siempre respetuosas con las leyes naturales, con la justicia, con los valores morales y con los derechos humanos, que hagan imperar siempre el buen hacer social, laboral y económico.
    Creo que nuestra conducta, en todo nuestro vivir, debe estar en consonancia y armonía no sólo con los derechos propios, sino también con los derechos  de los demás.
    Por eso, las leyes humanas deben concordar con las leyes naturales. Las leyes civiles deben respetar todos los derechos que nos conceden las leyes naturales, así como también deberán exigirnos los mismos deberes a todos y a cada uno de nosotros para con nuestra madre naturaleza. Ya hablamos de esto detallada y ampliamente en “previos uno”.  
    En escritos anteriores hemos puesto de manifiesto muchos de los vicios y de las virtudes de los ordenamientos sociales vividos hasta el presente, pues de todo ha habido “en la viña del señor”.
    También tenemos dicho que es urgente efectuar drásticas correcciones en nuestras relaciones económicas. Es preciso que las hagamos de manera que se puedan dar conductas más justas, más racionales y más solidarias. Creo que es preciso cambiar varios puntos de los sistemas económicos que tenemos en vigencia y en práctica en nuestros tiempos.
    Estoy de acuerdo en que lo primero que deberemos hacer será ir cambiando la mentalidad de las gentes, sin pausas, para que se den conciencias y conocimientos de que todos estos comportamientos, particularmente económicos, que estamos viviendo ahora son básicamente artificiosos e  injustos.
    En estos cambios que proponemos debemos poner mucho cuidado de no caer en los mismos errores y defectos del pasado. Debemos desechar con valentía algunos obsoletos dogmas, pues ya es hora de que busquemos y adoptemos sistemas económicos y sociales más justos y más racionales. Sistemas que sean capaces de armonizar la seguridad con la libertad, el amor con la justicia, los intereses privados con los intereses comunes, el bienestar propio con el respeto al bienestar de los demás. 
    Ya iremos desgranando en capítulos posteriores los cambios que necesitaremos realizar en lo referente a nuestras relaciones económicas, que son muchos y muy radicales.
    Deberemos unir nuestros esfuerzos en una justa colaboración y así poder arrancarle a nuestra madre naturaleza, sin dañarla, más medios de vida.
     Esto no será fácil, pues habrá que vencer a muchos arraigados e injustos dogmas que contribuyen a hacer arduas y lentas las imprescindibles transformaciones de conciencia que necesitamos hacer.
    A pesar de todo esto, volvemos a repetir, que es mejor  mostrar lo que es naturalmente justo y así hacer entrar en razón a muchas fanáticas mentalidades personales, en vez de traumatizarlas con querellas y enfrentamientos. Se debe intentar atraer al buen camino a las personas, usando pacientes enseñanzas y convincentes razonamientos, en vez de usar violentas revoluciones o guerras. La naturaleza evoluciona pacientemente. Tomemos ejemplo de ella.  Creo que para conseguir una racional y clara mentalización de las gentes no hace falta recurrir a ninguna clase de  exacerbaciones  ni  enfrentamientos.
    Con ello se podría ir comprendiendo la conveniencia de una evolución racional que, además, es imprescindible y urgente hacerla. Una evolución que permita erradicar para siempre muchas de estas retorcidas e interesadas costumbres. Se deben erradicar todas estas prácticas usureras, inclementes e inhumanas de nuestro tiempo. Así como muchas de estas perniciosas apropiaciones y discriminaciones personales en el uso de los elementos naturales.
     Creo que con una buena y sana mentalización y un buen ideario de enseñanzas sociales y morales se podrían llevar a la práctica honrados comportamientos y así erradicar y suprimir todas estas engañosas especulaciones que actualmente se están practicando.
    Hay que desenmascarar toda esta falsa palabrería que se esparce para confundir a muchas crédulas gentes. Ya es hora de descubrir la sucia procedencia de muchas especulaciones e inconfesables engaños y retorcidos comportamientos económicos.
    Debemos proponernos que no haya ninguna clase de prácticas especulativas. Que no haya modalidades fraudulentas ni formas coactivas. Nada de eso hace falta para ganarse un honrado y satisfactorio vivir.
    No hay duda de que estamos  muy necesitados de un proyecto social donde sea posible que toda persona útil pueda vivir con sólo su exclusivo y personal trabajo. De un trabajo que sea personal y honrado.
    Esto implicará que, cada uno de nosotros, deberemos producir, con nuestro trabajo personal, tanto valor como importe nuestra consumición. O sea, que cada cual debe rendir con su trabajo personal el valor de toda su consumición, el valor  de todos los servicios que reciba.
    Esto también llevará implícito que cada cual pueda ser el propietario de toda su producción personal pero sólo de esa producción. Así, cada cual será muy libre para poder gastarse sus ganancias como quiera y en lo que quiera.  
    Estos derechos y estos deberes individuales también deberán ser universales y no mirarán nacionalidad, raza, sexo, ni edad. Todo esto se deberá aplicar sin privilegios, sin excepciones  individuales o de clase.
    En consecuencia, en lo relacionado con las prácticas económicas será preciso cambiar o quitar ciertas costumbres, pues como tenemos dicho las tradiciones, los dogmas, los prejuicios, los usos y las costumbres siempre se deben someter a análisis, a crítica y a control. Y según las consecuencias y los efectos que tengan en la práctica,  hay que aceptarlos, modificarlos o rechazarlos de manera responsable, pues se debe conservar todo lo que se avenga con los derechos naturales y no lo que vaya contra natura.  
    Repetimos por nonagésima vez que se deben prohibir, por las inversiones especulativas, la propiedad privada de los elementos naturales, el derechos de herencia, el cobrar intereses, el comprar productos para luego volverlos a vender con excesiva  ganancia o  que haya empresarios y empresas de propiedad privada. Toda empresa deberá ser financiada y montada por la primera gestoría, o sea por  la Gestoría de la hacienda pública. Por ello, en esta clase de inversión todos seremos copartícipes o autónomos empresarios, ya que lo que se invertirá serán fondos públicos, fondos comunales. Esto no impedirá que las empresas deban ser regentadas por los mismos productores y que las ganancias deban ser también propiedad de los propios productores.

    También debemos mentalizar a las gentes  sobre la universalidad de una natural justicia, de una sana y natural ética, que también debe ser universal e igual para todos. Todo este recto obrar deberemos ir poniéndolo en practica  cuanto antes,  pues como muy bien dice Tomás Moro: “No es eficaz sólo poner sobre el tapete ideas completamente nuevas, sino que debe trabajarse indirectamente, con tacto, y lo que no se pueda hacer bien, debe hacerse lo menos mal posible, pues las cosas no serán perfectas hasta que los hombres lo sean”.

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