DATOS BIOGRÁFICOS DE LINO MORALES GÓMEZ

Lino Morales Gómez nació en Fuente el Fresno, provincia de Ciudad Real, el 23 de Setiembre de 1919 y está afincado en Barcelona desde 1964. Pensador nato, ha dedicado toda su vida a un trabajo intelectual de lectura y raciocinio constantes. Fruto de ello son estas reflexiones y otras muchas que encierran toda una filosofía de vida que quiere compartir con los lectores. Sus fuentes han sido los libros que ha leído de múltiples autores con ideologías diversas, así como las conclusiones que ha sacado él, particularmente, de su experiencia de vida.

viernes, 28 de agosto de 2015

EMBROLLOS PARA NO PAGAR LO JUSTO POR LOS TRABAJOS AJENOS

Autor: Lino Morales Gómez
Los tradicionalistas, la alta aristocracia, los grandes latifundistas, las élites privilegiadas, los que detentan títulos nobiliarios, etc., para darle más fuerza a este sistema de diferenciación de clases, dirán que los usos y las costumbres tienen siempre fuerza de ley, que hacen ley. También dirán que nuestras tradiciones son "sagradas", que son transmisiones de nuestros antepasados, de nuestros ancestros, que sólo por eso no se deben violar. Alegan que por tradición tienen derecho a manipular la rentabilidad de los que trabajan por cuenta ajena y a regular una buena parte del valor de sus trabajos.
Dirán que la persona o personas que traten de cambiar, corregir o enmendar esas “sagradas tradiciones” se les debe acusar de locos revolucionarios, de degenerados salteadores; les descalificarán y dirán que se merecen que los encierren, que no son dignos de que los escuche nadie, todo por no amoldarse a secundar, sin cuestionar, esas consabidas tradiciones. Además, para ser más persuasivos, revisten a las tradiciones de "valores", de “sanas moralidades”, de “respeto”, de “legítima legalidad”.
Por otro lado, no cabe duda de que todo esto pesa mucho sobre los ánimos de los legisladores incluso de los juristas de turno. Ésta es una de las principales causas por las cuales nuestros legisladores sacan esas leyes tan embrolladas, tan retorcidas y tan repugnantes, tan fuera de los verdaderos derechos humanos y tan difíciles de cumplir a la hora de ponerlas en práctica.
Por eso, ni estas democracias ni estas libertades actuales resultan auténticas. Efectivamente, los ciudadanos de a pie no ven sinceridad, ni auténtica coherencia en la aplicación de la justicia y no acaban de avenirse con estas nuevas democracias ni con estas libertades. Tampoco ven que estos "manejos de las riquezas" se avengan con la equidad ni con el derecho natural. Ven que no hay sinceridad en lo que nos predican los políticos y los legisladores de nuestro tiempo.
Otro concepto que ahora también está de moda es la llamada "competitividad". Viene a ser una especie de guerra en las actividades comerciales entre los especuladores e, incluso, entre naciones para apoderarse de los mercados y manipular precios y valores. La competitividad parece ser que sólo es exigible a los productores; a éstos se les apremia y se les exige más rendimiento, más productividad, y con la misma o menor remuneración. Si la empresa obtiene pocos beneficios o va mal económicamente, siempre se suele culpar de ello a los obreros; bien por poco rendimiento o por poca preparación o especialización, por todo lo cual, siempre se les está amenazando con cesarlos. Si la empresa va bien y la comercialización de los productos es fluida y beneficiosa, con pingües ganancias, entonces se dice que ello es debido a la buena dirección, gestión y administración de los directores y gestores de la empresa. Entonces, los beneficios no revierten en los empleados. 
Si ha habido una labor diligente y sacrificada de los trabajadores de a pie, se silencia y no cuenta. Los honores, así como los honorarios siempre son para el empresario, para los accionistas y algunas migajas para los cuadros directivos. Los sufridos trabajadores, fuera de la dirección, ni ganan honores ni peculio alguno con ello. Se acostumbra a decirles que ya es suficiente con dejarles que puedan seguir prestando su trabajo a la empresa, que no es poco tener un puesto de trabajo en estos tiempos. Tal como están organizadas las producciones y la comercialización de los productos, sólo se benefician los especuladores financieros. Precisamente, los no productores.