DATOS BIOGRÁFICOS DE LINO MORALES GÓMEZ

Lino Morales Gómez nació en Fuente el Fresno, provincia de Ciudad Real, el 23 de Setiembre de 1919 y está afincado en Barcelona desde 1964. Pensador nato, ha dedicado toda su vida a un trabajo intelectual de lectura y raciocinio constantes. Fruto de ello son estas reflexiones y otras muchas que encierran toda una filosofía de vida que quiere compartir con los lectores. Sus fuentes han sido los libros que ha leído de múltiples autores con ideologías diversas, así como las conclusiones que ha sacado él, particularmente, de su experiencia de vida.

martes, 22 de noviembre de 2011

EQUILIBRIO ECOLÒGICO

Autor: Lino Morales Gómez
     Todos queremos tener derechos. Esto es natural, pues a nadie se le debe negar el derecho a tenerlos. Pero también es natural que obremos de manera tal que merezcamos esos derechos, ya que una inmensa mayoría de ellos están condicionados por una larga sarta de deberes. Sin deberes, perderíamos nuestra racionalidad y sin racionalidad, los derechos no tendrían sentido ni razón de ser.
    Los deberes pueden ser materiales, intelectuales, morales, espirituales, personales. Tenemos deberes morales para con nosotros mismos, para con quienes vivimos y convivimos y para con nuestra madre naturaleza, pues es con ella y de ella, de  donde recibimos, desarrollamos y potenciamos nuestras facultades. Es evidente que nos quiere activos y peleones para poder vivir. La naturaleza nos obliga a buscarnos la vida. Nos obliga a trabajar.   
    Todos, hombre o mujer, tenemos deberes materiales para conservarnos y mantenernos en perfectas condiciones. Cada cual tiene que mirar por su salud, por su integridad, por su estructura física. Además, tenemos el deber de adquirir conocimientos, de mantener y desarrollar nuestra mente y nuestra intelectualidad, de obrar con justicia y de respetar los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
    Pero también, a la par de habernos creado, nuestra madre naturaleza, también ha creado a otras especies que igualmente luchan, a su manera, por sobrevivir y por perpetuarse. Y como generalmente nos nutrimos unas especies de otras y con otras, aunque estamos continuamente en lucha con ellas, nos necesitamos mútuamente. Por eso, es conveniente mantener un justo equilibrio.  Está demostrado que si se extingue alguna especie se resienten las otras. Cada una de ellas es como un eslabón de una larga y variopinta cadena donde está contenida y materializada la vida.  
    Nosotros, los seres racionales, además de que unas veces tenemos que defendernos y otras veces atacar, precisamente por ser racionales, tenemos el deber de no desequilibrar este bienaventurado concierto natural y, por nuestro propio bien, no debemos llegar al exterminio total de las otras especies.  No debemos alterar este mágico y bien  equilibrado sistema ecológico natural. 
    Bien está que intentemos extraer de nuestra madre naturaleza, la Tierra, el máximo rendimiento, el máximo provecho, ¡pero cuidado! No nos vaya a pasar lo que le pasó a aquel de la gallina de los huevos de oro. Rendimiento sí, pero sin dañar la ecología, pues siempre debemos respetar y conservar los sistemas ecológicos, debiendo mirar por la salud de nuestra madre naturaleza. Precisamente, de ella depende nuestra naturaleza personal ya que muchos de sus recursos no son infinitos,  ni tampoco todos son  renovables. 

miércoles, 5 de octubre de 2011

PREVENCIONES CONTRA LA DELINCUENCIA

Autor: Lino Morales Gómez
   Está demostrado que para erradicar cualquier clase de delincuencia de una vez por todas, no basta con una rígida y contundente vigilancia policial, pues ni la policía ni una inclemente condena judicial han sido capaces de limpiar y erradicar esas lacras.
   Malatesta dijo. “Es necesario eliminar todas las causas sociales del delito, hay que educar a los hombres en los sentimientos de fraternidad y respeto recíproco, hay que buscar, como decía Fourier los sustitutos útiles del delito”.
   Efectivamente, lo primero que debemos hacer es tratar de eliminar las causas que puedan inducirnos a delinquir, pues ya sabemos que es poco efectivo querer quitar la delincuencia si no se quitan las fuentes que la suscitan. Seguro que si se quitasen las causas desaparecería por sí sola la delincuencia. Querer quitar la delincuencia sin quitar de antemano las causas que la propician es como querer limpiar un campo infectado de zarzas con solo ir cortando los tallos que van emergiendo. Seguro que no se eliminarán las zarzas mientras no se arranquen  de cuajo todas sus raíces.
   Combatir los efectos sin quitar de antemano las causas que los generan es un trabajo estéril. Sabemos, por experiencia, que la integridad y honradez moral de los seres humanos son muy frágiles y quebradizas. También sabemos que hasta la piedra más dura a fuerza de martillazos se rompe.
   Hasta Adán cayó ante la tentación, ante los halagos que le prometían poderes y placeres.
   Se han dado muchos casos en que ha habido hombres de una integridad moral intachable y de una probada honradez, que ante halagüeñas y reiteradas promesas han caído en la tentación de hacerse con fáciles y ciertas riquezas, o con altas cotas de poder o popularidad, aunque sabiendo que realmente eran inmerecidas, y aun sabiendo que tanto los medios empleados como los fines a conseguir sean ilegales e inmorales, han claudicado. Su honradez y su moralidad se han quebrado. De estos casos ha habido muchos. Y seguirá habiéndolos, si no ponemos los medios precisos para decapitar a esa prometedora “Serpiente bíblica” que siempre está metiéndonos en la cabeza promesas de poderes y de riquezas.
   Caeremos en lo injusto aún a sabiendas de que no somos merecedores de tales honores. ¡Pues los halagos satánicos son muy poderosos! Por eso, es un empeño inútil querer corregir los efectos sin quitar antes las causas que los propician y los generan.         
   Por otro lado, también está comprobado que los poderes judiciales con sus duras penas no son lo suficientemente efectivos para disuadir a los posibles defraudadores. Pues incluso aún arrostrando las duras condenas o castigos posibles, (en el caso de que el defraude fuese descubierto) no faltará quienes se arriesgue a probar fortuna. Han sido muchos los que lo han intentado, empleando multitud de artimañas y argucias, y son muchos los  recovecos que nos ofrecen expectativas de conseguir  lucrativas riquezas.
   No hay duda de que no ha sido efectivo el sistema de querer corregir la delincuencia empleando férreos y duros castigos judiciales. Ello ha sido una guerra perdida.
   Debemos convencernos de que todas esas halagüeñas promesas hacen presa en muchos de nosotros. Todas ofrecen sabrosos halagos que hacen fallar y quebrar  nuestra integridad, dando lugar a que insensiblemente vaya descarriando y conduciendo a las personas por caminos erróneos. Causas que despiertan en nosotros ciertos instintos retorcidos y maléficos, causas que nos arrastran a cometer actos censurables.
   Si no quitamos la piedra del camino, seguiremos tropezando en ella. Si no quitamos la trampa, aún sabiendo que está puesta, al menor descuido caeremos en ella.       
   La existencia y presencia material y física del dinero es una poderosa causa que nos induce a tentaciones delictivas. Todos sabemos que el dinero es una constante y poderosa tentación. El dinero ha descarriado a muchas honorables y respetables personas, las ha llevado a la delincuencia, y a caer en horribles vilezas. Por eso, sería muy bueno que el dinero desapareciese totalmente, al menos de manera física. Sería bueno que lo quitásemos de la circulación, que lo hiciésemos desaparecer radical y definitivamente. Que sólo fuese un concepto nominal. O sea, que sólo se use como una magnitud de medida, de medida del valor de las cosas. Bien está que lo valoremos todo, y que para determinar la unidad de ese valor utilicemos el nombre de “dinero”. Pero que sólo sea eso. Una magnitud de medida. Como lo son, por ejemplo, el metro, el kilo, el litro, etc.     
     Ya veis que, ni el metro ni el kilo son intercambiables, sólo son unidades de medida. Esa debería ser la misión del dinero, medir el valor de los productos que nos intercambiamos.    Nos dan de comer las cosas, no el dinero. Éste sólo es la medida, la magnitud que mide los valores.
    Da de comer el fruto del trabajo. Pues eso mismo debe pasar con el “dinero”. Nos da de comer lo que se mide con el famoso “dinero”. Pero el dinero, en sí mismo, no se come. En el capitulo siguiente hablaremos más detalladamente de las funciones reales que debería tener el dinero.
     Con la desaparición física del dinero, con su supresión material o física, creo que la delincuencia sufriría un golpe mortal.
     Ahora, mejor que nunca, esto es posible. Pues con el uso de las computadoras muy bien podemos arreglarnos sin que haya presencia física del dinero, se pueden hacer toda clase de transacciones y compraventas  sin que el dinero esté presente. Pues para cualquier clase de intercambios de productos y de servicios, solamente hará falta efectuar una transferencia del valor de la compraventa de una cuenta a otra cuenta. De la cuenta del comprador a la cuenta del vendedor, o de la cuenta del que recibe un servido a la cuenta del que da el servicio.
     De esto ya tenemos hablado largamente en el capitulo dos, y volveremos a hablar de ello más adelante. Con este sistema, todas las riquezas privadas de cada uno de nosotros siempre estarán reflejadas en nuestra particular cuenta. Cuenta que deberá ser única y universal. Cierto que todas nuestras propias pertenencias deberán estar valoradas, o sea, medidas con el “dinero”. Por ejemplo, no importa que sea en “pesetas”. Aunque también, este término, que mide el valor económico,  puede tener otro nombre, el nombre de otra moneda, porqué no. Lo esencial es que cada persona siempre tenga una única cuenta y que ella se pueda usar en todo el mundo. Esta cuenta económica será una parte fundamental de la individualidad de cada persona.
    Otra medida, también fundamental, sería que nadie tuviese otras entradas de recursos fuera del valor de su propio y único trabajo personal. Y que esos recursos sólo los pudiésemos invertir en la adquisición de productos de uso personal, que solo tuviésemos  gastos propios y personales. En fin, que cada cual se machaque sus pulgas.   
   El más importante y fundamental cometido de esta Gestoría deberá ser el procurar que impere una eficaz seguridad contra toda clase de delincuencia. Que haya una racional aplicación  de la justicia. Para esto, si es preciso, se creará un cuerpo policial que vigile, y que ponga a disposición  de los jueces a los delincuentes. Los jueces procurarán que no quede impune ninguna clase de delincuencia, ya sea por estafa, por engaño o por violencia. Será importante que los ciudadanos no se estafen los unos a los otros. 

  

viernes, 27 de mayo de 2011

FUNCIÓN PRÁCTICA Y ÚTIL DEL DINERO. "El dinero es producido, nunca es productor"

Autor: Lino Morales Gómez 
      
 Sobre el concepto del dinero
     El concepto “dinero” sólo es y debe ser, una unidad de medida de los valores económicos, del valor de las cosas o productos salidos de nuestro trabajo, de nuestra producción personal. Ésta debería ser la función primordial y única del dinero. Con él, se puede medir tanto el valor del trabajo como del consumo de los seres humanos. Es preciso medir el coste del vivir y con el dinero se puede hacer. Se puede calcular el valor del consumo mínimo vital del vivir, o sea, el coste imprescindible para llevar una vida corriente y satisfactoria. 
      La medida del valor del consumo vital es tan importante como hallar la medida del  valor del trabajo preciso para producir esa cantidad de productos. 
    A este valor del coste mínimo vital del vivir, o sea a lo que necesitamos consumir para vivir, deberemos ponerle un precio convenido. Este precio deberá convertirse en la medida base del sueldo o jornal básico que será  permanente y universal, no variable en el tiempo ni en el espacio, o sea, ni en el lugar de producir ni en el lugar de consumir. Hablaré más de esto en otro el próximo capítulo. 
     Al dinero se le ha sacado de su natural función, debido al mal uso que tradicionalmente se ha venido y se viene haciendo de él. Costará mucho tiempo, además de mucha imaginación, situarlo en su verdadera y natural magnitud y función, en la manera justa y moral de usarlo. Será muy difícil hacer comprender a la gente que el único cometido natural y moral del dinero, aparte de valorar las cosas,  es el de facilitar una justa nivelación en el intercambio de los productos. Éstos se pueden fraccionar con el dinero, a fin de efectuar las transacciones económicas de una manera equilibrada y según las porciones que necesitemos. El dinero ha prestado útiles servicios, pues ha facilitado la valoración de dichas fracciones de los productos sin necesidad de ternerlos que comprar en grandes cantidades para hallar sus equivalencias. Con él, no sólo se ha medido el valor de las cosas, sino también el de los servicios. En suma, ha servido de patrón tanto para  la materia base como para los productos de consumo. 
    Todos los productos se pueden convertir en dinero y con él los podemos adquirir, pero no ocurre lo mismo con los elementos naturales. Éstos no son productos del trabajo humano y, por lo tanto, se ha sacado de quicio al dinero adquiriéndolos.
     Ya en la Antigüedad, del uso de algunos metales para objetos ornamentales, se pasó a su utilización en la fabricación de monedas para usarlas como patrón básico en las compraventas, modalidad más práctica que las medidas que se venían usando de trigo, aceite o pieles. Se buscaron materiales no perecederos que no se degradasen, ni con el tiempo, ni con la humedad, incluso ni con el fuego. Se usaron el oro, la plata, el cobre o el bronce que, aunque se fundiesen, no perdían su valor. Ahora, le hemos dado aquellos poderes a unas monedas de menor valor y a unos vales de papel que representan lo mismo:  el valor convenido de los productos y  de nuestro trabajo. Incluso, con la informática, el dinero sólo es una cantidad anotada, pero que simboliza lo mismo.

Empleo del dinero
     Hasta aquí, la evolución física del "dinero" ha seguido una acomodación  a nuestras necesidades, pero fuera de las funciones que he mencionado, su uso indiscriminado y desnaturalizado sólo acarrea especulaciones, corrupciones e injusticias. Me refiero a su empleo para conseguir más dinero, favores de alguien, comprar adeptos o adquirir voluntades. Todo esto sólo ha despertado atroces egoísmos, crímenes,
estafas, latrocinios y esclavitudes. Se ha llegado, incluso a comprar y vender  personas por dinero.
     Por otro lado, insisto una vez más, la medida del valor de las cosas no debería dejarse a los arbitrios y criterios individuales de los productores o de los consumidores. Y menos aún al criterio de los inclementes traficantes y especuladores o intermediarios. La valoración de los productos deberá coincidir con el valor de los trabajos  precisos para conseguirlos y correrá a cargo de unas comisiones de expertos imparciales,  que, a nivel mundial, tasarán ese mínimo vital a que me referí anteriormente y que constituirá la medida básica. No habrá subidas ni bajadas del precio de los productos. El organismo o Gestoría receptora y distribuidora deberá preocuparse de vigilar que se respeten esos precios oficialmente concertados, tanto de los productos como de los trabajos, evitando abusos.
     Así pues, el dinero, llámese euros, dólares, libras, etc. sólo se deberá usar para medir el valor de la cantidad de trabajo social contenido en los productos, en los servicios o en cualquier prestación personal. Sólo esta deberá ser su misión natural, racional y moral. Con estas medidas, se podrá hallar la justa equivalencia en el canje, trueque, o compraventa de mercancías y servicios. El dinero es una vara de medir, en ningún caso es un productor. Si dejamos unos miles de euros en una caja cerrada y la abrimos al cabo de unos años,  encontraremos la misma cantidad. Al dejarlos en un banco el mismo período de tiempo y haber cobrado unos intereses extras, nos hemos apropiado indebidamente del trabajo realizado por otras personas. 
    
Ética de las transacciones económicas
     Esa "unidad de medida" o mínimo vital, no deberá tener presencia física, ni de metal ni de papel moneda. !Cuidado con lo que expongo aquí! Cada persona lo tendría anotado en su archivo personal de ingresos y gastos. Aunque una persona llegase a ahorrar muchas unidades de él, en ningún caso lo deberá emplear en negociar o prestarlo a cambio de unos determinados intereses en operaciones de bolsa ni de valores bancarios. El dinero es producido pero no es productor. Todas las actividades bancarias de ahora, encaminadas a la rentabilidad del dinero, son antinaturales. Si a las operaciones bancarias de ahora se las enjuiciase desde el punto de vista del derecho natural, y de la ética y la moralidad también naturales y verdaderas, se vería claramente que todas ellas son actividades y actos delictivos, aunque estén autorizados, legalizados y protegidos por estas retorcidas leyes humanas que al respecto tenemos en vigencia. Que nada tienen de justicias naturales ni de moralidades, pues no por estar legalizadas estas prácticas dejan de ser prácticas  especulativas e injustas, en suma antinaturales.  
     Esas leyes que protegen a tan execrables actividades del dinero son leyes humanas, pero no tienen nada en común con las verdaderas leyes naturales.  Generalmente son  leyes clasistas humanas que intentan proteger y dar legitimidad a esas usureras actividades bancarias, incluso han sido confeccionadas y aprobadas por los mismos individuos que practican esos injustos comportamientos. ¡Éste es el retorcido ejemplo o la impotencia que nos muestran nuestros cínicos mandatarios o mandarines (de mandar) al pueblo llano! 
     Actualmente, los Estados o Naciones - monstruos impersonales- para garantizar el valor de su dinero necesitan tener ciertas reservas de productos o de oro y de plata, además de divisas. Pues bien, nada de eso hará falta con este sistema de cuentas individualizadas,  personales y naturales con validez universal que vengo proponiendo. No harán falta esos fondos o reservas monetarias. Cada ciudadano tendrá creado y anotado su propio feudo de riquezas, que sólo provendrá del valor de su propio y personal rendimiento ya materializado y creado con el fruto de su personal trabajo. 

Hacia un nuevo concepto
    El concepto de “dinero” que yo propongo sólo será un nombre abstracto, una medida. Su valor estará respaldado por los productos,  mercancías o servicios, en definitiva, por los trabajos personales realizados a nivel individual. Tampoco harán falta los estados ni las naciones. Creo que éstos han sido creaciones satánicas. Estas entidades no deben tener existencia y menos aún personalidad jurídica sobre el valor de las producciones personales.
     No harán falta avales ni depósitos de oro ni de plata, tampoco el respaldo del PIB de ninguna nación o estado porque no las habrá. Será suficiente con que cada cuenta privada o personal esté avalada con la cantidad de productos o de servicios generados con el trabajo personal de su titular y entregados  al conjunto de la sociedad humana entera.
     Se ha dicho que “el dinero es la carrera del diablo”. Efectivamente, el dinero ha sido causa de multitud de crímenes, estafas, traiciones y de un sin fin de actos delictivos. Por todo ello, el día que se haga desaparecer su uso especulativo  y que cada individuo disponga únicamente de la representación de su trabajo personal, ese día, será un gran triunfo de la virtud sobre el diablo. 
     La era del dinero moneda ya ha pasado. Y la era del dinero acumulado con especulaciones y sin el esfuerzo personal tendría que acabar.